Se consideran residuos municipales aquellos residuos generados en los domicilios particulares, los comercios, las oficinas y los servicios. Igualmente se contemplan como residuos de este tipo los que no tienen la consideración de residuos especiales y que por su naturaleza o composición se pueden asimilar a los que se producen en dichos lugares o actividades. Además, también se catalogan como residuos municipales los procedentes de la limpieza de vías públicas, zonas verdes, áreas recreativas y playas; los animales domésticos muertos; muebles, utensilios y vehículos abandonados; los residuos y escombros procedentes de obras menores y reparación domiciliaria.

Un subgrupo de estos residuos lo constituyen los residuos comerciales, definidos como aquellos residuos generados por la actividad propia del comercio al por menor y al por mayor, hostelería, bares, mercados, oficinas y servicios. Son equiparables a este subgrupo, a efectos de su gestión, los residuos originados en la industria que tienen la consideración de asimilables a los municipales.

Los residuos municipales, por su importancia estratégica y su presencia en el conjunto de la sociedad, disponen de un programa de gestión, una planificación de infraestructuras y un modelo de gestión específicos. El modelo de gestión vigente y las bases de la planificación se fundamentan, entre otros, en los principios de proximidad, suficiencia y responsabilidad del productor, así como en la jerarquía establecida para las diferentes formas de gestión, que da prioridad en las actuaciones de prevención y a la recogida selectiva.

La importancia de la recogida selectiva

En la mayor parte de los casos las competencias sobre la gestión de residuos municipales pertenecen a los entes locales (ayuntamientos o agrupaciones de municipios). Estos se encargan de definir el modelo de recogida más adecuado considerando las características propias de cada municipio o agrupación municipal. En la mayor parte de estos se apuesta por un sistema de segregación y recogida en cinco fracciones: papel y cartón, envases ligeros, vidrio, orgánica y resto. 

La recogida selectiva, pues, consiste en recoger diferenciadamente diferentes fracciones de los residuos municipales con el fin de poder reciclarlas. La recogida selectiva y el reciclaje permiten ahorrar recursos escasos y parte de la energía necesaria para la fabricación de los productos a partir de materias primas vírgenes.

El aspecto básico de la recogida selectiva es la selección que los ciudadanos y comercios realizan de los productos recuperables y que, posteriormente, la administración pública se encarga de gestionar.

Según la última estadística disponible de la Agencia de Residuos de Cataluña, del año 2023, el índice de recogida selectiva en esta región alcanzó el 46,7% del total de residuos generados, un dato ligeramente superior al del año anterior.

Las desecherías municipales

Las desecherías (también llamadas puntos verdes o centros de recogida) son los centros de recepción selectiva de productos para la reutilización y de residuos municipales para tratamientos posteriores: la preparación para la reutilización, la valorización y la disposición final. Estas instalaciones están orientadas a residuos especiales en pequeñas cantidades —como por ejemplo pinturas, disolventes o baterías—, residuos voluminosos —como por ejemplo muebles y electrodomésticos—, residuos vegetales y escombros.

Así pues, una desechería es una instalación que permite alcanzar niveles más altos de recogida selectiva y que también puede prestar tareas de apoyo al servicio municipal de recogida de residuos, especialmente en el caso de residuos municipales especiales como aparatos o restos de aparatos eléctricos o electrónicos; pilas, baterías y otros acumuladores; tóneres de impresoras domésticas, u objetos voluminosos como muebles, entre otros.

También deben llevarse a estos puntos —en el caso de que ofrezcan este servicio de recogida— las agujas, jeringuillas u objetos punzantes de uso sanitario y procedencia domiciliaria. Estos residuos, que deben guardarse dentro de un recipiente de plástico rígido, se dipositan en un contenedor específico homologado para la recogida de residuos sanitarios.

Se debe tener en cuenta que los residuos de medicamentos que se generan en los domicilios —ya sean sobrantes o caducados— y los envases de estos deben dipositarse en los puntos de recogida SIGRE de las farmacias.